lunes, 23 de febrero de 2009

Textos de la revista Son del Sur


La caña
Ricardo Perry Guillén

Hacia adelante el camino muestra a la vida su perspectiva; vamos al sur del estado de Veracruz, a las ciudades donde vivimos. Regresamos después de permanecer los días de fin de año con la familia de Patricio Hidalgo, de Liche Oseguera en la región de los Tuxtlas. Todavía estaba muy presente la imagen de Rosalba, una visión gitanesca en plena realidad; la niña zapateando sobre un piso duro con los únicos señores que aún lo hacen ocasionalmente en Apixita. El pueblo reunido observando este acontecimiento, la cantidad de ojos como faros iluminando la noche, las sonrisas, el fandango como espectáculo.
Ya en el regreso, después de haber subido hasta Xalapa para dejar a familiares y a Ramón Gutiérrez, se presentaba la posibilidad de estar un momento en Zamora, un pueblo de Cabada para adentro, donde vive Bertha Cobos, la abuelita de Oseguera. La vez anterior Doña Bertha se puso a cantar las pascuas acompañada de los Chuchumbé. El estribillo resultó alegre, avisando con el canto la llegada de esas fechas cristianas. Luego, este mismo estribillo se presentaría en el encuentro de ramas tradicionales celebrado en el Puerto de Veracruz la Navidad pasada. Después del canto siguieron los sones, el nieto zapateando con la abuela; las ocurrencias de Lara, el esposo, su permanente alegría. Al rato la señora cocinó con huevos un pejelagarto que traíamos de Jáltipan. Comimos en una casa de palma, un lugar agradable por su frescura, la sencillez de la composición interior, la brisa que corre entre la casa, que viene y se pierde entre las cañas que la rodean.
Después de estar ahí un buen rato, decidimos volver a la carretera costera, atravesar grandes extensiones de tierras sembradas de cañas. Liche manejaba, decía que no existía un son dedicado a esta gramínea evidenciando el significado que tiene para la vida de estos pueblos la planta. Atrás en la combi, entre colchas, sentado, Patricio tocaba su jarana, a veces respondiendo a la plática, a veces integrando al conjunto el ritmo de algún son. Hileras de palos mulatos encadenados con alambre de púas cercan los cañaverales. Luego pasamos por Cabada nuevamente y tomamos la carretera hacia el sur.

De palma de marrachao
una casa voy a hacer
una casa voy a hacer
de palma de marrachao
una casa voy a hacer.

Y me llevaré a mi lao
a una preciosa mujer
a una preciosa mujer
que me traiga algo tumbao
a una preciosa mujer*

(Estribillo)

Caña de azúcar, la caña
caña le lo lei lo la
que yo soy como la caña
que yo soy como la caña
que crece en la inmensidad.

Caña de todas las cañas
caña le lo lei lo lero
que yo soy como la caña
que yo soy como la caña
que me queman y no muero.
Gran tramo de lo conversado en casa de Doña Bertha fue alrededor de las casas de palma y madera. Liche fue lo suficientemente insistente para meter a todo el mundo al tema. Tenía días que a cuanto encontraba le preguntaba sobre lo mismo y sus deseos de hacer una casa de esta naturaleza allá en El Hato, con su familia de los Tuxtlas. De un tiempo a la fecha ya se habían acumulado datos sobre los tipos de madera, las medidas, la cimentación, el entretejido del techo, las palmas. Además de longitudes en varas castellanas y demás proyecciones que requiere la futura casa, Lara también habló de los trabajos de la próxima zafra y Liche aprovechó para encargarle del más puro alcohol que se destila en los ingenios, el solvente necesario para barnizar sus jaranas.

Soy el fandango de ayer
la tarpala y el arado
la tarpala y el arado
soy el fandango de ayer
la tarpala y el arado.

Y he visto el agua caer
sobre del campesinado
sobre del campesinado
he visto el agua caer
sobre del campesinado*

(Estribillo)

Caña dulce, caña brava
caña, caña de aguardiente
que yo soy como la caña
que yo soy como la caña
que viene al mundo valiente.

Caña de todas las cañas
caña le lo lei lo lero
que yo soy como la caña
que yo soy como la caña
me chamuscan y no muero.

Estoy muriendo sin fe
y encontrarla es necesario
y encontrarla es necesario
estoy muriendo sin fe
y encontrarla es necesario.

El campo que trabajé
nunca fui su propietario
nunca fui su propietario
el campo que trabajé
nunca fui su propietario.**

Atrás, en la combi, Patricio hacía movimientos rítmicos con la jarana mientras el ambiente del campo prevalecía como una sensación fuerte en el pensamiento. De repente Patricio dijo que aquel era el son de la caña y empezó a tocar metiendo al conjunto un encuentro con las imágenes, con las palabras, con el ritmo, en fin, con tantos sentimientos.
El canto condujo a mirar apenas lo vivido en Apixita. Su voz me llevaba a la imagen de su padre saliendo de su casa, atravesar un campo y perderse rumbo a la milpa; toda una historia la de aquel hombre dedicado a cultivar una tierra ajena, rentada.
Afuera de la combi las espigas de la caña marchaban como banderas blancas a la velocidad de nuestro movimiento. Quizá en cualquiera de ellas estaba Jaime, el hermano de Patricio, cuando siendo muy pequeño se perdió en la milpa. Sus familiares gritaban inútilmente, pues el aire se llevaba las voces por otros lados, y no podían encontrarlo. De repente, entre las espigas de maíz, asomó una rama en lo alto y allí se dirigieron. El niño, tranquilo, ondeaba la rama para que vinieran a su encuentro.

Hermano que te has perdido
dentro de la cañalera
dentro de la cañalera
hermano que te has perdido
dentro de la cañalera.

Lanza en el aire una espiga
que te sirva de bandera
que te sirva de bandera
lanza en el aire una espiga
que te sirva de bandera* *

(Estribillo)

Caña dulce, caña brava
caña le lo lei lo le
que yo soy como la caña
que yo soy como la caña
floreando con mucha fe.

Caña de azúcar, la caña
caña le lo lei lo lio
que yo soy como la caña
que yo soy como la caña
que se baña en el rocío.

Ya tarde llegamos a Jáltipan. Zenén nos recibió con alegría. Había decidido pasar con su familia el fin de año y nuevamente estábamos en su casa, cenando con ellos. Luego empezó también a tocar, se fue contagiando de este son. Había nacido el Son de la Caña.


Jáltipan, Ver., enero de 1995
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La Caña se estrenó el primero de febrero de 1995, en la fiesta de la Candelaria en Tlacotalpan, Veracruz. Música de Patricio Hidalgo y Los Chuchumbe.
El texto se publicó en el número uno de la revista Son del Sur No. 1 año de 1995. Los versos son de Patricio Hidalgo* y Ricardo Perry** los estribillos fueron hechos por ambos